lunes, 2 de julio de 2012

LOS VALORES EN MEXICO


LA EDUCACIÓN DE LOS VALORES EN MÉXICO


El ser humano está obligado a observar en la convivencia con sus semejantes un esquema de valores estandarizado; de lo contrario, caerá en subjetivismos y relativismos que, seguramente, generarán desajustes en su entorno.
La casa es la primera escuela y los padres los primeros maestros de ese código valoral del cual es muy difícil desprenderse y que persistirá en la persona a lo largo de su vida. La escuela sólo es una extensión de los principios y modos de ser positivos adquiridos en el hogar, entre varios de sus propósitos se tiene establecido la familia inculca valores, la escuela los consolida y se ejercitan en el entramado social.
Cuando los docentes, como depositarios de los contenidos de la educación formal asuman una actitud beligerante; cuando dejen de lado la neutralidad propia de sus deficiencias pedagógicas, psicológicas y didácticas; cuando le construyan un ambiente agradable al alumno; entonces, éste abrirá su voluntad para aprender a aprender, a ser a hacer y a convivir con los demás.
En México, la educación pública está bien fundamentada legalmente para formar, de manera integral, al individuo (Art. 3° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la Ley General de Educación); este marco legal propicia que los docentes actúen de manera responsable y congruente hacia las reacciones de los alumnos. Se han dado situaciones con las cuales estas premisas parecen más utopías que mandatos y garantías de ley; entonces, ¿cómo crear ciudadanos capaces de entender sus derechos, asumir sus responsabilidades y exigir soluciones? ¿Cómo hacerlos libres y democráticos?
En el Art. 3° de nuestra Carta Magna está evidente que el Estado exige una formación rebosante de libertad, justicia, tolerancia, igualdad, responsabilidad, amor a la Patria, respeto a la dignidad humana y al estado de derecho, democracia, solidaridad internacional; mas, ¿cuáles de estos valores se practican al revisar tareas o trabajos, al dar una indicación, al hacer una observación disciplinaria, al estar en un evento cívico; en fin, en el actuar escolar diario? Es decir, debería tacharse de inconstitucional cualquier conducta que no acatara las indicaciones del mandato en cuestión.
Todas estas consideraciones sirvan para hacer una propuesta alternativa tendiente a eliminar las prácticas tradicionales y abordar inmediatamente un quehacer educativo moderno, como lo es el alumno, su época y su entorno. Dicha sugerencia se sustenta en estudios realizados por J. Locke, J. J. Rousseau, S. Freud, entre otros.
Los valores absolutos, propios de la naturaleza humana, los cita el primero como: ¨El bien y el mal se aprenden¨; es decir, si la ética representa nuestro actuar individual, la moral es nuestra convivencia en comunidad; por lo tanto, la educación debe concebirse con libertad, diálogo, reflexión, empatía, autorregulación, autonomía, pertinencia, etc.; esto es la educación moral de mínimos, en oposición a la practicada con base en valores relativos, por ejemplo de subjetivismo y escepticismo, que tanto daño le han hecho. El segundo (Rousseau) dice que: ¨El hombre nace bueno [pero] la sociedad lo corrompe o le preserva su bondad¨; baste leer su Emilio o de la educación, en el cual se encuentra la receta para formar, canalizar y fortalecer la voluntad y, con ello, la capacidad de saber elegir lo que es conveniente. El tercero (Freud) sustenta: ¨El ser humano es un perverso polimorfo¨; la escuela debe aportarle los recursos para acatar y aplicar normas básicas de conducta y, así, adquiera autorregulación, autonomía y principios universales elementales; tendientes a superar posibles conductas inadecuadas.
Algunas instituciones ya brindan el formato de las tutorías como recurso opcional para conectar más a los padres, a los alumnos y a la escuela; pero, sin la colaboración estrecha entre estos tres elementos, las expectativas de avances positivos serán pobres o nulas. Ellos son entes bio–psico–sociales y responden a estímulos en estas tres direcciones. A pesar de sus edades, sus intereses, sus situaciones; sin embargo, deben enfocarse a hacer uno solo en el sistema de la educación formal, en la cual son engranajes que chocan y se complementan alternativamente.
En la esfera social, por ejemplo, existen ciertas competencias propias para un desempeño aceptable en la solución de conflictos; a saber: diálogo, negociación, aplicación de la ley, empatía, consenso, disenso, conciliación, mediación; sin el dominio mínimo de todas ellas, le será muy difícil al muchacho-alumno solucionar sus problemas y enfrentar sus consecuencias. Para eso escuela y familia deben prepararlo. Padres y profesores deben asumir el compromiso de proporcionar al hijo-alumno todo lo necesario para que, inmerso en un ambiente cada día más complejo, le haga frente a los retos que le surjan y asuma con conciencia, voluntad y una alta moral las consecuencias de sus actos, cada vez, de seguro, menos desastrosas y más próximas a aportar algo positivo a su entorno social y natural.
Para ello los docentes deben armarse de la tecnología adecuada para hacer más amena su tarea, adaptar sus valores a la edad de los alumnos, procurar una salud física, mental y espiritual que se presenten íntegros ante sus pupilos y una capacidad de comunicación abierta, y sincera.

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